Noche de magia
En una noche especial, como la de hoy, pienso en la fe y en las creencias.
No puedo ignorar mis orígenes católicos, puesto que en ellos intentaron educarme y con ellos viví mucho tiempo.
Pero tampoco puedo ignorar que llegó un momento en que empecé a cuestionarme muchas de las creencias que me inculcaron.
No tengo fe. O al menos no tengo la fe necesaria para creer ciegamente en una religión o en un todopoderoso – le pongas el nombre que le quieras poner – que maneja y manipula a su antojo mi destino.
Creo en la energía, en el poder que desprende todo lo que me rodea, ya sea para bien o para mal, y, sobre todo, creo en mi propia energía.
Esa es mi fe. La que tengo en mí misma y en lo que siento. Creo en el uso que hago de cada hecho que vivo.
Creo en mi yo que flaquea pero se supera. En mi yo que se hunde pero renace; en mi yo que es una desconfiada que no puede evitar confiar. La que se equivoca y a veces está perdida, pero siempre intenta aprender.
Creo en la fuerza de la luz y en la magia de la noche. En la energía de la naturaleza y su sabiduría. La misma que te devuelve todo lo que das y te quita lo que maltratas.
Quizá sea otro tipo de fe en algo que no sea yo misma. Puede ser. Llámalo karma o llámalo X.
Pero esta noche es mágica y te deseo que tengas fe en ti.
Que arda lo malo y brille lo bueno. El universo te lo traerá si de verdad lo crees y luchas por ello.
De los demonios hablaremos otro día...
¡Feliz noche mágica a todos!
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