DESDE EL FILO DE MI MUNDO


                     Foto y texto: Rosae


Quizá sea difícil entender que escribo por placer, por necesidad propia de transmitir todo aquello que bulle en mi cabeza. Pero nunca por obligación.

Que los gatos de la calle me ignoran, y a veces representan a todo aquel que a mi alrededor también lo hace... No importa, aunque parezca que sí. Conozco mi luz; sé bien cuánto puedo brillar. Que lo vean o no sólo depende de la opacidad de sus gafas de sol.

Quizá sea difícil entender que el helado de chocolate no sabe igual si no lo comparto contigo.

Que las mañanas son frescas y alegres si me despierto con un nuevo sueño en mi bolsillo.

Que una cerveza en casa jamás será lo mismo que un aperitivo con amigos. Porque cuando digo que brindo por ti lo digo de verdad.

Quizá sea difícil entender que cuando bailo una canción a solas siempre me imagino bailando con o para alguien.

Que miro las estrellas pensando que otras personas estarán haciendo lo mismo en ese instante, lo que las convierte en un placer compartido.

Que cuando salgo a la calle sintiéndome guapa es seguro que todo el mundo me verá como yo lo hago. Porque reflejamos lo que llevamos dentro.

Que no es lo mismo muchas frases de halago vacías que un simple “lo estás haciendo bien” que salga del corazón.

Quizá sea difícil entender que las lágrimas a veces deben guardarse para uno mismo, aunque nos guste tanto saber que alguien nos abraza en la distancia.

Que todas mis plantas se mueren, pero no por eso dejo de intentar tener un poquito de naturaleza en mi hogar.

Que los porque sí o porque lo digo yo no son admisibles en mi vida, y menos cuando llegan de unos labios que nunca han tenido mi confianza.

Que siempre habrá un por qué, aunque no sepa entenderlo en un primer momento.

Que los recuerdos bonitos me dan fuerza, pero los malos me hacen fuerte; y ambos construyen mi camino.

Que una vez hubo un árbol que me protegía y me daba paz, pero ya no está conmigo. Y, aunque duela su ausencia, aprendo a vivir sin él.

Quizá sea difícil entender que sonreír es un arma mucho más poderosa de lo que creemos y por eso debemos seguir haciéndolo siempre, más aún cuando parezca que nuestro interior se desmorona.

Que escribo porque sueño, y mis sueños cobran vida en las palabras que soy capaz de transmitir.

Quizá sea difícil entender que escribo porque quiero, no porque debo.

Puede que no encaje en los planes de otros, pero cuadra perfectamente en mí y mi naturaleza rebelde.

Esa que no aguanta escuchar: porque lo digo yo.


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