ELLA
Es cierto que ya no tenía ese cuerpo espectacular de curvas bien marcadas y pecho firme, pero aún conservaba su fogosidad y ternura, con una personalidad peculiar pero arrolladora.
En su rostro – que nunca fue especialmente bello – se dejaban ver ya algunas arrugas, pero sus ojos, ahora con pequeñas bolsas amenazantes y ojeras, seguían brillando como los de una adolescente ilusionada.
Cuando la conocí, hace más de veinte años, sentí que bastaban diez minutos de conversación con ella para cautivarte por completo.
Su encanto especial hacía imposible no enamorarte.
Así me sucedió entonces y así ocurrió de nuevo cuando la encontré por casualidad en las redes sociales.
Una invitación a un café, una cita informal de viejos amigos... y volví a ser suyo para siempre.
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