MI GORDA BELLA


 Foto y texto: Rosae

Hoy has venido a mi recuerdo de una forma inesperada.

No te he olvidado, no. Y aunque hayan pasado ya cinco años desde que te fuiste, sigo sintiendo que siempre estás conmigo.

Por eso esta noche te dedico esto, copiando el post que escribí el día antes de que salieras para siempre de nuestras vidas, mi gorda bella.

“Mañana ya no estarás con nosotras. Mañana todo habrá terminado… tu dolor habrá terminado… y sólo quedará el nuestro.

Te pido perdón por no haberte dado una vida mejor, aunque quizás te haya gustado la vida que has tenido.

Te pido perdón por no haberte llevado más veces a disfrutar del campo o de la nieve, que tanto te gustó siempre.

Te pido perdón por no haberte inflado más a queso; ese manjar que te encanta. Por no haberte educado mejor. Por hacer de ti una perrita consentida y caprichosa.

Te perdono por cada vez que has hecho algo que me ha enfadado o desesperado. Por cada sábana rota; por cada pis o caca que he tenido que recoger y limpiar; por cada noche durmiendo mal porque te pasaba algo y no sabía qué era. Por esa pequeña cicatriz que siempre tendré en mi mano izquierda... 

Has llenado de amor nuestra vida. De momentos inolvidables; de anécdotas que siempre estarán con nosotras y en nuestras conversaciones.

Tú me elegiste, en aquella tienda de mascotas.

De todas las que me enseñaron tú fuiste la única que me llenó de lametones nada más cogerla, y Dani dijo: “Creo que está claro con cuál te vas a quedar”.

Tú me elegiste… Y no me equivoqué.

Todo aquel que te ha conocido te ha querido. Eres demasiado coqueta y bonita para pasar desapercibida. Hasta para personas que ni siquiera han llegado a conocerte.

Con tu cara de cachorro hasta el final. Con tus ganas de que todo el mundo te haga caso. Y eso que dicen que los Chow-Chow no son muy sociables. Pero tú eres todo lo contrario. Especial… rompiendo normas, como a mí me gusta.

Gracias por habernos dado tanto cariño y lealtad. Por seguirme a todas partes, aunque eso me desesperase muchas veces.

Mañana todo será dolor para nosotras.

He intentado aliviar tu sufrimiento en todo lo que he podido.

Has luchado contra todo lo que se te ha presentado: una operación de codo; una infección de útero, que te tuvo casi al borde de la muerte; una extirpación de bazo, que una vez más estuvo a punto de matarte, y una artrosis que ha podido más que tú y nuestras ganas de que fueras inmortal.

Desde aquí gracias a César, tu veterinario de siempre, por conseguir que siguieras con nosotras mucho más tiempo del esperado.

Hasta él se sorprendía de que llegases tan lejos.

Pero eres mi chica… mi vaca-burra… la gorda yumbera… Esa a la que le pierde el estómago…

Podría estar horas hablando de ti.

Y todo aquel que haya conseguido leer hasta el final este escrito lo comprenderá.

Aunque realmente no me importa mucho. Es mi homenaje a tu amor incondicional y al que yo siempre sentiré hacia ti.

Gracias, Burbuja. Gracias por ser y estar en nuestras vidas. Te quiero.

Hasta siempre, perrita mía.

Aunque eso será mañana…”


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