DOS FUTUROS

 


Foto: Juanjo Rodríguez   @jjoserodrig

Texto: Rosae


Entró al local.

Sus ojos sabían exactamente dónde buscar.

Ahí estaba ella, en la mesa junto a la ventana. La misma mesa que fue testigo de las primeras miradas discretas y las caricias casi sin querer.

Miraba distraída a través del cristal, con una copa de vino en su mano.

Lo agradeció, porque así no se daría cuenta del deseo que volvió a brillar en sus ojos nada más verla.

Ella mordisqueaba su labio inferior. Esos labios que tantas veces él había besado meses atrás.

Se veía preciosa.

Y lo era incluso más por dentro que por fuera.

Decidió proponerle volver a estar juntos; con la firme promesa de hacerla feliz, y esta vez para siempre.

...

Mientras esperaba, sentada en la misma mesa que compartieron en su primera cita, vio de reojo como él entraba en el local.

Se giró hacia la ventana, sujetando con firmeza la copa de vino y aparentando estar distraída; para no sentirse una vez más intimidada por esa seguridad abrumadora que el desprendía al andar.

Recordó sus manos, fuertes y suaves, que conseguían estremecerla con sólo un roce.

Había pasado los últimos meses intentando comprender el por qué de lo que había pasado entre ellos, y su absurda petición de “espacio para sí mismo”.

Pero también en esos meses había aprendido a quererse a ella misma más que a él.

Había comprendido que se merecía alguien que no necesitase espacios, salvo que fuera para llenarlos con ella.

Mordiendo su labio inferior decidió que nunca volvería con él, escribiendo así el último capítulo de su historia juntos.

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