PARA SIEMPRE


 Foto y texto: Rosae


Recuerdo con todo detalle el día que nos conocimos, cuando te acercaste a mí en el parque.

Yo había tenido un día horrible; de esos para olvidar y que tan habituales eran desde hacía meses.

Mi actitud no podía ser más negativa en ese momento. Pero, sin embargo, no pude rechazar esos ojos sinceros que me preguntaban si me encontraba bien.

Mi primer instinto de desconfianza era decir que sí, pero tu mirada cálida y acogedora – como lo fue siempre – me empujó a negar con la cabeza y romper a llorar.

Con un gesto que entonces me pareció sin sentido me ofreciste una margarita blanca.

A partir de ese momento – no sé muy bien explicar cómo – te volviste imprescindible en mi mundo.

Porque aunque siempre decías que yo había llegado a tu vida para completarte, ahora sé bien que tú llegaste a la mía para salvarme... de mí misma.

Todo era más fácil, más intenso, más luminoso si estabas cerca.

Hasta el día en que, casi dos años después, te fuiste para siempre.

Recuerdo tus últimas palabras: Nunca estarás sola.

Después, un dulce beso lleno de amor y gratitud.

Pero al día siguiente yo me sentía más sola de lo que me había sentido nunca.

No podía entender por qué el destino te da nuevas oportunidades para ser feliz y luego te las arrebata sin piedad; con una crueldad tal que te deja paralizado, como si de repente te hubieran arrancado el alma sin permiso y mil camiones de gran tonelaje pasaran por encima.

Cumplí uno de tus últimos deseos y llevé dos margaritas blancas al parque donde nos conocimos.

Las dejé sobre el mismo banco donde tus cálidos ojos me miraron por primera vez, y sonreí con la esperanza tuya y mía de que dos personas aún no enamoradas también pudieran encontrar esa luz que los uniera.

Hoy, muchos meses después de tu ausencia, he vuelto a escribir. Para ti, por ti.

Para ti porque, estés donde estés, mereces que el mundo sepa que no fuiste sólo un nombre más de alguien que nació, vivió y murió.

Por ti porque me enseñaste a amar la vida, a sonreír cuando no me quedaban ganas, a luchar fuerte por lo que creo, y a sentir que siempre habrá algo que me empuje a seguir adelante.

Estarás eternamente en cada paso que dé.

Porque... como tú dijiste... nunca estaré sola.


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