FUERTE

Foto y texto: Rosae

Dicen que necesitas veintiún días haciendo algo para que se convierta en parte de tu rutina.

Supongo que tienen razón, porque cada día espero el momento de salir a mi ventana y aplaudir. Como llevo haciendo desde hace veintisiete días, y que se ha convertido en mi momento del día de sentir que lo estoy – lo estamos – haciendo bien.

Hoy llovía.

Hoy, curiosamente, se han asomado más vecinos que nunca. Todos sonriendo, todos saludándonos, a pesar de la lluvia y de no conocernos de nada.

Pero creo que todos ellos piensan lo mismo que yo. Que somos compañeros de aplausos, de ánimo, de apoyo en la distancia.

Hoy han pasado por mi calle dos coches de la policía municipal tocando las sirenas en ese momento de aplausos.

Mi calle es una calle pequeña, insignificante y sin relevancia, salvo para los que vivimos en ella.

Pero dos coches patrulla hoy la han hecho grande con ese pequeño homenaje y agradecimiento al hecho de que sigamos en nuestras casas luchando y sobreviviendo al encierro, a la rutina y al puto momento que nos ha tocado vivir.

Hoy he visto a mi vecina de abajo, que tiene casi cien años, asomando sus manitas huesudas por la ventana, aplaudiendo tan fuerte como los demás.

Ella, que habrá vivido de todo, que habrá superado cosas que nosotros ni imaginamos a sentir está ahí, aplaudiendo con todos; dando ánimos, probablemente sabiendo muy bien lo que se siente.

Hoy me he sentido realmente emocionada.

He sentido las palabras de mi vecina diciendo: ¡Lo que no te mata te hace más fuerte!

Y así será.

Saldré de esta probablemente diez años más vieja, pero también diez años más fuerte.

Y estaré dispuesta a comerme el mundo de nuevo, con toda la experiencia adquirida en el encierro, y con las manitas huesudas - pero sabias - de mi vecina empujándome a luchar y, como ella, llegar casi a los cien.